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June nace de una idea muy simple: crear una silla que transmita la sensación de verano todo el año. Ligera, fácil de montar y pensada para acompañar la vida diaria, su diseño combina líneas suaves, funcionalidad y un punto emocional que la hace cercana. En esta entrevista descubrimos cómo se creó, qué inspiró su forma, qué retos hubo por el camino y cómo esta colaboración entre David Carrasco Barceló y Resol Studio dio lugar a una silla sostenible, práctica y lista para encajar en cualquier hogar.
Que June sea montable no es solo una decisión funcional: también habla de sostenibilidad, eficiencia y autonomía del usuario. ¿Qué os llevó a plantearla así desde el principio?
Era una condición esencial del proyecto. No un requisito añadido, sino parte de su ADN. June debía ser montable, eficiente y sostenible. Diseñar desde esa base nos permitió reducir volumen, optimizar el transporte y ofrecer al usuario una experiencia activa: montar tu propia silla en pocos minutos, sin herramientas ni complicaciones.
El packaging también forma parte de la experiencia de diseño. ¿Cómo condicionó el embalaje plano con asa integrada las decisiones proyectuales? ¿Qué mensaje queríais transmitir a través de este gesto aparentemente sencillo?
El embalaje de June es una extensión directa de su concepto. No es un simple contenedor, sino una pieza de diseño estructuralmente muy cuidada. Cada componente queda firmemente fijado en su interior, evitando movimientos y garantizando rigidez durante el transporte. Se seleccionó un cartón de alta calidad, capaz de proteger el producto y reflejar la misma precisión que la silla.
El asa integrada de cartón refuerza la idea de sostenibilidad —sin piezas plásticas añadidas—, y su diseño gráfico minimalista e icónico eleva la percepción de calidad, transmitiendo una sensación de objeto bien diseñado desde el primer contacto. El objetivo era claro: que el usuario entendiera la esencia de June antes incluso de abrir la caja. Por eso incorporamos una etiqueta de color que muestra el tono de la silla y funciona también como sello de garantía.
June parece pensada para integrarse de forma natural en múltiples contextos. ¿Qué tipo de espacios teníais en mente al diseñarla? ¿Qué relación imagináis que establece con la arquitectura y el paisaje?
June es una silla que no busca ser estridente, sino emitir cierto carácter. Ello hace que se adapte de forma natural a distintos entornos. En su diseño simple está implícita cierta memoria histórica que hace el objeto más amigable al usuario. Está pensada tanto para interiores como exteriores —viviendas, terrazas, coworkings o espacios públicos— y para establecer un diálogo tranquilo con la arquitectura y el paisaje. Su forma evita el exceso y busca lo esencial: una estética silenciosa que se funde con su entorno.
Garbar tiene una manera muy particular de entender el mobiliario para exteriores: cálida, accesible, pero también exigente en términos de diseño y valores. ¿Cómo creéis que June encarna esta visión? ¿Qué papel desempeña en el universo Garbar?
June supone un punto de inflexión en el universo Garbar. Introduce una nueva manera de entender el mobiliario: modular, eficiente y emocionalmente cercano. Mantiene la filosofía de la marca —objetos duraderos, honestos y accesibles—, pero con una mirada contemporánea que amplía su alcance. Es una silla que sintetiza funcionalidad, diseño y sostenibilidad en un solo gesto, marcando un antes y un después dentro de la colección.
June transmite una sensación muy concreta: la de un verano permanente. ¿Qué imágenes, atmósferas o emociones os guiaron durante su concepción? ¿Qué referencias (visuales, culturales, incluso sensoriales) marcaron su lenguaje formal?
El diseño de la silla JUNE busca un lenguaje formal simple, con unas líneas que confluyen de forma natural entre ellas, como la unión entre respaldo y los brazos donde, todo y ser piezas separadas, estas tienen una continuidad lineal que se percibe sobre todo en el momento en que el usuario monta la silla. Además, el propio respaldo, donde se integra el asa para poder mover fácilmente la silla, y el espacio vacío que hay en él, favorecen esa sensación de aire fresco que tanto se busca en verano. Es una silla que te recoge pero que te deja respirar a través de sus formas.
La silla es el resultado de una colaboración entre David Carrasco Barceló y Resol Studio. ¿Cómo se construyó ese diálogo creativo? ¿Qué aportó cada mirada al resultado final?
Resol Studio quería desarrollar una silla montable, y para ello contó con David Carrasco, quien definió el diseño formal y el concepto de montaje. Su idea clave fue que los brazos aportaran rigidez estructural, consiguiendo que, una vez montada, la silla se percibiera como una silla de una sola pieza.
El tema de la colaboración entre las dos partes cobró vital importancia en el desarrollo del sistema de clipaje y todos los aspectos técnicos que garantizan la precisión y el confort. Las numerosas revisiones que se llevaron a cabo entre Resol Studio y David Carrasco, permitieron evolucionar el proyecto sustancialmente; esta estrecha colaboración, junto a los ensayos con prototipos y primeros tests, permitieron optimizar la ergonomía además de mejorar la resistencia y ajustar las dimensiones para lograr un embalaje perfectamente adaptado a un palet europeo.
El resultado es una silla sólida, fácil de montar, sostenible y con una estructura que combina claridad formal y eficiencia constructiva.